Algunos hombres en Londres pueden abandonar la idea de realizarse un examen de salud sexual porque temen que se les inserte en la uretra un instrumento similar a un paraguas para comprobar la existencia de infecciones de transmisión sexual, según un estudio realizado en una clínica del centro de Londres (Reino Unido) y publicado en la edición del 22 de diciembre del British Medical Journal. El personal de la clínica de medicina genitourinaria del hospital St. Thomas planea ahora exponer pósteres para tranquilizar a los hombres sobre lo que realmente implica un examen de salud sexual, pero cuando descubrieron que la leyenda del “paraguas” estaba tan extendida, advirtieron que “se necesita más publicidad informativa y atención mediática para animar a que las personas acudan a las clínicas”.
Recientemente, en Reino Unido, se lanzó una campaña de publicidad sobre infecciones de transmisión sexual y se está animando a las personas que crean que puedan estar en riesgo de sufrir dichas infecciones a que acudan a los servicios de salud sexual para realizarse las pruebas correspondientes. Las bajas tasas en las que acuden los hombres constituyen un motivo de preocupación para el personal de salud sexual, y un grupo de investigadores del Hospital St. Thomas en Lambeth (sur de Londres), especuló que esto se debía a una persistente leyenda urbana que dice que los exámenes de salud sexual implican la realización de la prueba del “paraguas”.
Esta mítica intervención generalmente se describe como la inserción en la uretra de un frotis que se asemeja a un paraguas o sombrilla de cocktail que después se abre y se retira, provocando un daño considerable.
En realidad, las pruebas uretrales para las infecciones de transmisión sexual en hombres son menos molestas. En el hospital St. Thomas, los hombres asintomáticos sólo tienen que suministrar una muestra de orina, y a los que se presentan con síntomas se les inserta un frotis con algodón a una pequeña distancia en la uretra, un procedimiento que la mayoría de los hombres encuentran tolerable y relativamente indoloro.
El grupo de investigadores quería saber qué prevalencia tenía el mito del paraguas y si estaba desanimando que los hombres acudieran a su clínica. Por consiguiente, a los pacientes masculinos escogidos aleatoriamente se les preguntó que completaran un cuestionario sobre si habían oído algo sobre la prueba del “paraguas”.
Se completó un total de 46 cuestionarios, 18 hombres habían oído de la prueba del “paraguas”, y 14 dijeron que el pensamiento de esta prueba les había disuadido de acudir a una clínica de salud sexual. Los hombres que creyeron en la prueba del “paraguas” fueron predominantemente de raza blanca, heterosexuales y menores de 25 años.
Algunos de los hombres proporcionaron dibujos esquemáticos de cómo creían que parecía el frotis de “paraguas”, pareciéndose a un paraguas, una flecha, un garfio y un anzuelo de pesca de dos cabezas.
Más del 50% de los hombres afirmó que había necesidad de realizar más publicidad para animar a que los hombres acudieran a los servicios de salud sexual y la mayoría de los hombres también quiere que se les tranquilice sobre la relativa falta de dolor de las pruebas. El personal del hospital St. Thomas ahora tiene intención de exponer pósteres para tranquilizar a los pacientes sobre las pruebas que emplean en la clínica. También creen que “una refutación más amplia del mito puede animar a que más hombres busquen realizarse exámenes de infecciones de transmisión sexual” y sugiere que la publicidad sobre la salud sexual debería ser más informativa.
El grupo de investigadores sigue sin estar seguro respecto a los orígenes de la leyenda del “paraguas”, pero “no dudan” que los lectores de BMJ “nos ilustrarán”.
Referencia: Bradbeer C et al. You’re not going to give me the umbrella, are you? BMJ 333: 1287 – 1288, 2006
Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).